jueves, 29 de noviembre de 2007

Tócala otra vez, nena

Le grité al espejo 48 veces la misma canción. Recordé que hacía muchos años lloré escuchándola. Alguien me había roto el corazón y por algún motivo, aquella canción me vinculaba a él, o me hablaba de él, o yo me lo inventé todo. No puedo recordarlo. Tampoco puedo recordar quién era él. Demasiadas cuentas que hacer. Sólo que me hacía llorar.

Ayer le grité al espejo 48 veces la misma canción. Y lloré, para hacer juego. Pero ayer sí sabía quién me hacía llorar.



Desperté en Buenos Aires.

viernes, 23 de noviembre de 2007

Mi primera entrevista, chispas



Hace tiempo ya escribí sobre las entrevistas a los blogueros. Más bien, sobre las autoentrevistas, práctica esta que no acabo de entender muy bien. No se qué chiste tiene que uno se pregunte a sí mismo lo que quiere preguntarse, cuando lo interesante de una entrevista es precisamente tratar de conocer mejor al protagonista y las cuestiones que pueden desvelar ciertas claves, difícilmente nos las podemos hacer nosotros mismos.

En aquel post yo exhibía mi deseo de ser entrevistada en un programa de máxima audiencia. Por supuesto. Las ideas estúpidas han de ser a lo grande. Pero me ha sucedido algo mejor: ser entrevistada por ese ácido sulfúrico de la blogosfera que es Mondo Gitane. Qué underground. Qué overdose de excitación, señores.

No les digo más que he tenido que salir corriendo al Sepu a comprarme un modelazo para pasearme por mi calle, y de paso, sacarme un extra que estamos a fin de mes.

Así que como ven, mi sueño se ha cumplido con creces y lo pueden comprobar aquí. Próximo objetivo: convertirme en tertuliana de Ana Rosa Testarrosa. Me muero por decirle a la cara lo mal que viste.

Feliz fin de semana, queridos...

lunes, 19 de noviembre de 2007

Follamigos


Leyendo el blog de Chapi Escarlata, me animé a dejar un comentario en su artículo "Amigo para follar" en defensa de los follamigos. Ya sabeis, culebrillas, que a los desocupados como yo nos gusta rebatir, discutir y echarnos unas risas si se puede. Pues bien, un señor me ha contestado en ese mismo blog la mar de enfadado y me ha lanzado unas acusaciones que ojalá y fueran ciertas, porque sin duda mi vida sería mucho más electrizante que la que tengo. Le he contestado emocionada. Ay, cómo me gusta hacerme la lista y qué poquitas oportunidades tengo porque sólo me haceis caso los amiguitos.

Al tema, que me disperso. El señor faltón me acusaba de ponerle los cuernos a mi marido y además, vaticinaba su ruina debido al divorcio, el nostradamus este del todo a cien. Ya sabeis que no estoy casada aunque lo parece seriamente. El indio, mi futuro ex-marido, es pobre pero gracioso a tope así que ni un quinto le puedo sacar, y lo peor de todo (porque esto SÍ que me ha dolido): no le pongo los cuernos, joder.

Y lo he intentado, dios lo sabe, lo he intentado. Y he fracasado. Así, como suena. FRA-CA-SA-DO. Uno que si está muy cansado porque trabaja demasiado y era mucho pedirle -y que tenía una veinteañera tipo pin-up y a dónde voy yo contra "eso"-, otro que se droga demasiado y le da la vena sentimental, y así no se puede que da muchas fatigas, el otro que se ha casado y se lo han debido tragar las enaguas del vestido de novia, el de más allá, recién estrenado padrazo no tiene un minuto entre pañal y biberón... ¿sigo?... no, que tampoco es plan ir ventilando las decepciones.

El indio está convencido de lucir su tocado, y ni modo de llevarle la contraria, no atiende a razones y todo hay que decirlo, con soberana dignidad lo lleva. Aunque sea imaginaria su cornamenta. Yo no sé porqué la gente cree cosas de mí que no son, pero que creen, creen. Algunos hasta piensan que soy lista. Y hasta que valgo mucho. Para qué, ya es un misterio. Engañaítos los tengo a todos, menos al indio.

Y no, no es que quiera ponerle los cuernos, así, de forma voluntaria y consciente. No es eso, no. Tampoco lo contrario. Digamos que tan sólo es que hay una fractura entre lo que mi deseo, puntual, concreto, limitado y circunscrito al "alguien de turno" y la realidad, en la que se queda en algún punto suspendida toda esa líbido dispuesta y por diferentes razones, no se puede liberar en el "alguien de turno". No voy buscando la oportunidad, chavales, de veras. Soy demasiado perezosa para eso. Y mi estado emocional (enamorada como una perra) me impide pensar demasiado en nadie que no sea el pinche indio.

Pero las oportunidades surgen. Ahí están. A mí me están dando esquinazo de un rato a esta parte pero están. Y yo, que cuando no tenemos que enamorarnos ni decirnos palabritas de amor al oído, funciono bastante bien, me veo de repente echando de menos a mis follamigos. Qué cosas.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Buenas intenciones


Tengo una compañera de trabajo, allende los mares, a la que aprecio mucho pero que no la entiendo. Cuando digo no la entiendo es literal. No es que no comparta sus puntos de vista, que esté en desacuerdo con su estilo de actuar o que no comprenda su fervor religioso. No, no se trata de eso. Es simple y llanamente que cada vez que hablamos pido mentalmente un traductor que desentrañe los, para mí, extraños modos de conformar frases que acostumbra, en las que altera el orden natural poniendo verbos donde deberían ir sustantivos, quitando artículos determinados, omitiendo objetos indirectos y un sinfín de dislates que me dejan siempre medio mareada.

Cuando le (le o la, ya estamos con la duda)llamo por teléfono, nunca tardamos menos de media hora y requiero preparación. Respiro hondo como diez veces, me fumo un cigarro y aviso a Charlyboy: voy a marcar a la Chey, ya sabes, tápate los oídos. Porque suelo acabar perdiendo los nervios y elevando la voz, en un intento de clarificar, desentrañar, el oscuro mensaje que la dulce Chey me quiere transmitir, y yo, torpe, no acabo de agarrar la onda. Perogrullo se pasea en espíritu cuando conversamos las dos. Cosas como:

- (Yo) Entonces, fulano trae un saldo a favor de 1,560, descontando la comprobación de agosto, no?
- (la Chey) No, cómo crees?
- (Yo) No?, pero si acabamos de conciliar y ese era el saldo resultante...
- (la Chey) Claro, por eso..
- (Yo)...???¿¿¿???
- (la Chey) Porque entonces tú agarras el saldo y le descuentas agosto y te da eso...
- (Yo) Pero si acabas de decirme que no... ay.. no entiendo...
- (la Chey) Por eso, trae un saldo de 1,560, a ver, dónde te descuadra? revisemos...
- (Yo) Pero si no me descuadra¡¡¡
- (la Chey) Ay, si no es tan difícil, no se dónde te has perdido...

Eso digo yo, dónde me habré perdido... El caso es que ayer tuvimos una de esas conversaciones extrañas en las que aparte de hablar de trabajo con las dificultades habituales, como somos amigas desde hace años, aprovechamos para cotillear un poco sobre nuestros jefes y las novedades de la empresa de este lado y del otro del Atlántico. Yo la expliqué que mi situación era básicamente la misma que el año pasado: seguía sin trabajar apenas por expreso deseo de mi jefe. Y le detallé una vez más mis ocupaciones efectivas y las que me ha arrebatado aquel.

La Chey es una excelente persona, me deseó mucha suerte y me informó que me tenía en sus oraciones. Pues toda ayuda se agradece, aunque una no sea católica. Nos despedimos y colgamos el teléfono. A los minutos, se me parece en el msn con el siguiente "recado" que trasmito textual, respetando ortografía.

La Chey dice (17:26):
Tribeca te boy a dar una oracion o refleccion. como se yame
La Chey dice (17:26):
cada que empiese el hijo de dios que es el que te ase la vida de cuadritos . tu bas a decir. asi
La Chey dice (17:27):
cada que entre cada que o yegue a la oficina . esto es de loque dice la metaficica
La Cheydice (17:28):
lo bas a rrepetir a cada rrato este el o este la otra hija de dios que es la india maria
La Chey dice (17:30):
TU REPITES ( YO SOY UNA ANTORCHA DE FUEGO VIOLETA, Y TODO LO NEGATIVO QUE SE ME APROXIME ES EN EL INSTANTE TRASMUTADO )
sherry dice (17:30):
OK
Tribeca dice (17:30):
sale
La Chey dice (17:30):
SECALÑMA PORQUE SE CALMA EL HIJO DE DIOS Y LA HIJA DE DIOS
La Chey dice (17:31):
Y LA OTRA FRACE ES ( SOY AMOR AHORA ELIJO AMARME Y PROBARME VEO A LOS DEMAS CON AMOR.
La Chey dice (17:32):
PERO EL PRIMERO SEME ASE MAS SIRTO .
La Chey dice (17:32):
ok mi Tribeca
Tribeca dice (17:32):
gracias
La Chey dice (17:32):
cuidate mucho
La Chey dice (17:33):
que dios te bendiga y te cuide adonde quiera que andes . y derrame en ti tosa su luz divina.
Tribeca dice (17:33):
muchas gracias
La Chey dice (17:33):
que la pases bien. estamos en comunicacion
La Chey dice (17:33):
by
Tribeca dice (17:33):
besos, bye

A ver, no me ha quedado claro lo que tengo que hacer. Si cuando vea a una india le pregunto si es virgen. Si el hijo de dios es violeta y si me acerco, me tiño. Si la metafísica me obliga a repartir amor cada vez que entre en la oficina en forma de violetas. O si me tengo que transmutar en oficina cuando haga el amor.

Como veis, las posibilidades son tantas como lo ortográficamente imaginativa que es mi Chey.

Y no cobro ningún plus por dificultades idiomáticas, no...

domingo, 11 de noviembre de 2007

Lo traemos calentito







Pues sí, señores, sí... hace tan solo unos días les hablaba de mi hermosa comunidad y esta noche me han sorprendido más aún si cabe (aunque no han sido mis pobres vecinos), que contemplaban, alucinados, como yo, el reguero de destrucción que han dejado en mi, ya de por sí, jodida calle, los manifestantes...

Ya sabrán, amables lectores, que esta mañana nos hemos desayunado en Madrid con el terrible asesinato por arma blanca de un antifascista a manos de un skinhead. Resulta que un sector bastante imbécil de la derecha había convocado esta mañana una manifestación (autorizada, eso sí) antiracista y antiinmigración. Qué majetes. Y no se les ocurre otra cosa que irse a vociferar a Usera, barrio obrero y de izquierdas. Hay que ser muy pendejo. Pero lo son, lo son. Y se ha liado, cómo no. En el metro. Un muerto, dos heridos graves, seis menos graves. Un muerto, joder. El skin ha sacado el cuchillo de monte y ha atacado al que se le ha puesto por delante.

No tengo palabras. Aunque me temo que vamos a tener que tenerlas, porque esto no va a quedar aquí, mucho me temo. La reacción no se ha hecho esperar y los antifascistas han convocado una manifestación esta tarde en varias ciudades españolas. Y, qué quieren qué les diga, yo no se quiénes han sido. Yo estaba en mi casa, a eso de las 7 y media, y he escuchado mucho jaleo abajo. Cuando digo mucho, es mucho, tratándose de mi calle. Gritos, carreras. Muchos gritos, botellas rompiéndose, contenedores golpeando el suelo. Me he asomado corriendo. Y allí estaban, un montón de jóvenes, casi adolescentes a la carrera. Las caras tapadas. Gorros de lana. Pañuelos palestinos. Mucho chándal y zapatillas. Chillando y corriendo. Tirando todo a su paso, como horda de Atila. Botando la basura al piso y pateando los coches aparcados. He entrado a buscar la cámara, como reflejo. He vuelto a salir y el contenedor de papel de la esquina empezaba a arder como tea. En el extremo de la calle algunos de los muchachos se detenían a observar el fuego unos segundos hasta que las sirenas de la policía les han hecho huir.

La policía no ha tratado de seguirles, se limitaron a acordonar la zona y a contemplar el fuego, ante los gritos de algunos vecinos reclamando la presencia de los bomberos. El fuego se ha elevado varios metros y una enorme columna de humo negro ha tapado totalmente el edificio junto al contenedor. Montones de papelitos quemados han comenzado a volar por toda la calle, como una lluvia de ceniza siniestra. Un anciano enojadísimo se ha puesto a gritar a un robocop: ¿porqué no hacen nada? ¿y los bomberos? ¡que vengan los bomberos¡¡. La policía, impasible, se preocupaba nada más de evitar que nadie entrase en la zona, con excepción hecha de algunos cámaras.

Las putas, los chulos, los yonquis, los del convento, vecinos, en fin, tosiendo y mirando, y preguntándose dónde están los bomberos. El helicóptero de la policía sobrevolando la calle una y otra vez. Que sí, chingados, que está ardiendo el pinche contenedor. Sacudiéndose de los hombros la ceniza, los curiosos tomaban fotos y vídeos con el móvil. ¿Y los bomberos?...

Pues cuando el fuego prácticamente ha consumido el contenedor, cuando de los fácil siete metros de altura que ha alcanzado el fuego, descendió a los 40 centímetros, cuando ya no hacía falta, cuando hasta reconfortaba el pinche fuego a los homeless, entonces, y solo entonces, han aparecido los apagafuegos de la verga. Con sus sirenas a todo dar y su camioncito rojo tan lindo y brillante. Han sacado el extintor de la barbi y fusssss... se apagó. Pos sí. Así yo también soy bombero.

En fin, les dejo unas fotillos de las que lamento la mala calidad.

Ya no tengo que encender la calefacción hoy...

martes, 6 de noviembre de 2007

La comunidad


El edificio en el que vivo sirvió de inspiración para retratar la casa de los Adams, estoy segura. Se trata de una antigua casa-palacio de las que abundan en el centro de Madrid con una bonita arquitectura clásica, sus molduritas con angelitos coronando los balcones, sus contraventanas de madera, sus buenos cuatro metros de altura en cada planta, sus sex-shop a la puerta con sus putas, sus travestis, sus chulos, sus yonquis y su policía municipal saludando a la perrada y pidiendo los papeles a los inmigrantes que les caen mal.

Uno ve mi edificio por fuera y dice ¡vaya, qué chulo¡ si consigue abstraerse del cálido y emocionante ambiente que le rodea. Yo, que ya me he aburrido de dar explicaciones y me gusta torturar, lo reconozco, me callo mientra abro el portal con una sonrisa invitando a entrar. Se les muda la color.

Entrar en mi portal es especialmente divertido si ha llovido. Un suelo de material desconocido pero brillantísimo en forma de plaquetas horrorosas imitando al mármol rojo veteado ultra-deslizante te desplazará a supervelocidad, si no estás prevenido, directamente a estamparte contra la puerta del ascensor. Eso, si eres delgadito. Porque si estás fornido vas a catar azulejo, fijo. Eso, como bienvenida.

Cuando consigues levantarte, puedes disfrutar (tal que si estuvieras en la Capilla Sixtina) de un "bujero" de tamaño considerable a modo de cata en el techo, que hicieron para evaluar cuánto tiempo nos queda antes de que se desplome el cielo del portal sobre nuestras cabezas. Deduzco que poco, a juzgar por la cantidad de pilares de hierro que apuntalan la escayola que sobrevive desafiando la gravedad.

Los valientes que deciden seguir adelante, se encuentran a la derecha una portezuela que es la salida de la cocina de un restaurante de moda desde donde cienes de asiáticos trasiegan con la compra diaria y la basura. Nada más diré que servidora y sus mejores amigos no van a comer allí.

A la izquierda, una ristra (porque aquello no es una fila) de buzones compiten por ser el más desvencijado, roto, y accesible sin llave. El mío resiste como un valiente.

Al fondo se divisa (porque ni de coña me acerco yo ahí) una escalera de madera que da mucho miedo. En sus tiempos, era la parte destinada al servicio. Hace ciento veinte años. Nunca ha sido restaurada. Creo esa escalera tiene el record de mortalidad de la ciudad.

También tenemos escalera principal, cuyo primer tramo, para que te confíes, es de bonitos peldaños de piedra labrada. Es una trampa. Empiezas a subir, creyendo que es segura y te encuentras en la primera esquina una oscuridad tenebrosa que te envuelve sin una miserable bombilla que llevarte a los ojos, y por si no fuera poco, la firme piedra se transforma en escalones de madera de la misma calidad y antiguedad que la escalera de servicio, solo que más grandes y "crujientes". Como arenas movedizas, en algunos tramos. Vamos, que la comunidad de vecinos está estudiando tener un traumatólogo en plantilla, porque los accidentes son el pan nuestro de cada día.

Pero como somos un edificio señorial, pues tenemos ascensor, que lo del ejercicio es de pobres. Antes teníamos un precioso ascensor de madera labrada con cristales esmerilados al ácido de esos de las pelis tipo "Orient Express" que se paraba cada quince centímetros y te dejaba entre piso y piso. Llevar el carro de la compra cargado y quedarte atrapada con el suelo de tu planta a la altura del escote es una soberana putada. Pero si a esa circunstancia le añades una edad media de atrapados de 75 años, no te cuento la mala impresión que da.

Así que se sustituyó el bonitísimo ascensor que se paraba por decisión propia por uno horripilante de metal verde-colegio que se para por decisión propia.

¿En qué hemos cambiado?, pues en el ejercicio del avance del feísmo. Porque estoy convencida que en mi comunidad hay una decisión deliberada de convertir el interior del edificio en el más feo de Madrid y en el más peligroso.

Si no mueres de la costalada que te vas a meter patinando por el suelo colorao, te puede dar un infarto atrapado en el ascensor, o bien puedes escoger la ascensión por las escaleras (la bajada es para profesionales) faltas de iluminación y con movilidad impredecible.

Y si consigues sobrevivir a todo este compendio de obstáculos, siempre podrás deleitarte con el color rosa bebé sobre fino gotelé de las paredes, cuya mitad inferior están protegidas por una especie de valla pegada a la pared al estilo de la casa de la pradera pintado de verde botella. Todo un desafío al más mínimo sentido estético.

Como pueden suponer, amables lectores, no solo resulta imposible aburrirme en este marco incomparable, sino que he aprendido a dar gracias a la vida todos los días, a lo Joan Baez.

Hagan sus apuestas sobre la diversidad de los atrevidos moradores de semejante vecindad...

P.D.: Resulta que estoy nominada en un concurso de bitácoras, categoría de blog personales. Pueden hacer sus votaciones aquí. Si gano, les recompensaré con una visita guiada a mi edificio.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Pasen, señores, pasen

Porque en Chez Tribeca siempre hay un producto que se ajuste a sus necesidades...

Porque estamos totalmente avant-garde la y lo queremos compartir con ustedes, pajarillos...

Porque es nuestra particular aportación a la Memoria Histórica, necesaria, irreverente, fuente de diversión y regocijo de nostálgicos , curiosos, rebeldes de los cuarenta principollos y gente de mal vivir que es la que nos gusta...

Por todo ello, jóvenes... consuman mondo bolero¡¡¡

Todo un carrusel de emociones les aguarda a un solo clik...

Asómense a los abismos vergonzantes, viejunos y carcajeantes que un puñado de patéticos colaboradores ha extraído de su discotheque más oculta y la exhibe para solaz de sus enemigos...

Mondobolero es la güeb para todos aquellos que, en algún momento de sus vidas, compraron ese disco que jamás osarían confesar su tenencia en una reunión de modernos, poetas e intelectuales de postín.

Pero lo tienen. Y aquí lo confiesan...

Pasen, señores, pasen...

martes, 30 de octubre de 2007

La navaja de Occam


Anoche estuve viendo la peli que pusieron en la dos de Woody Allen. No voy a destriparla que es una cosa muy fea, y porque no se trata de la peli en sí de lo que quiero hablar sino de algo anecdótico que sucede en ella y que da título a mi post de hoy.

El protagonista tiene una novia, una relación formal con bastantes altibajos. La cuestión que me interesa es que ella se las mete dobladas. Sucede algo y ella le ofrece (más bien, yo diría que le dispara a bocajarro y sin contemplaciones) una explicación en la que expone los hechos con una realidad cruda y difícil de tragar, con excesivos detalles llegando a la crueldad, y cuando el tipo queda en shock, impactado por la información recibida, la novia remata la faena justificando sus actos mediante hábiles maniobras de desvío de atención de los verdaderos motivos, consiguiendo convencerle que si ella llegó a esa situación fue en realidad porque le amaba tanto/le deseaba tanto/ le echaba tanto de menos, que a falta de él, transfirió sus sentimientos/deseos a otros como sustituto legítimo.

Legítimo para ella, claro.

El pobre muchacho se las traga sin rechistar, cuyo proceso del total convencimiento del asunto pasa siempre por la repetición, en plan relato, del episodio sufrido a otro oyente.

Vamos, que la tipa le ponía unos cuernos que ni el padre de Bambi. Y se lo soltaba con unas excusas la mar de firmes y argumentadas, poniendo cara de "si no lo entiendes, es que eres tonto del culo, porque es lo más lógico que he dicho en mi vida". Nada como decir algo, por muy absurdo que sea, con una seguridad aplastante: casi siempre te van a creer, sobre todo, si lo necesitan. Y funciona, vaya si funciona.

Pero para que funcione esta máxima que tan bien practican los infieles profesionales, son necesarias dos condiciones.

La primera es que la "víctima" precise creer. Si el engañado antepone (por los motivos que sean) la continuidad de la relación a la posibilidad de una ruptura; si no concibe su mundo, su futuro, sin el otro, va a aceptar lo que el engañador le diga sin demasiadas resistencias, porque el engañador tiene el poder y el engañado se siente en sus manos. El traicionado pide una explicación porque es lo único que puede pedir, es su única oportunidad de venganza: poner al verdugo en el mal trago de explicarse y reconocer su falta. El victimado se limitará a pedir una explicación pero dará igual, al final, la naturaleza de esta: está dispuesto a tragársela doblada porque es mejor convencerse que tu amado fue abducido por una marciana cuyo rouge de labios dejó una huella en la camisa que tú le has comprado, que quedarte sin marido. Es que la marciana le apuntaba con una pistola positrónica. A ver quién dice que no a una alienígena armada.

La segunda condición es no dudar de la explicación recibida. El engañado está predispuesto a creer porque no está dispuesto a perder, lo que le va a sensibilizar hasta el extremo de poner toda su empatía (que suele ser mucha) en el asador, así se achicharre. Va a ponerse en los zapatos del infiel, va a entenderlo tan bien que no va a encontrar otra decisión mejor que la que el victimario tomó. En casos graves y manipuladores de alto nivel, el traicionado acabará creyendo que la culpa es suya o que todo fue por él, para él. Estos manipuladores que son casi artistas de la maldad, pueden acabar convenciendo que las verdaderas víctimas son ellos.

Todos sabemos que a veces es difícil distinguir la realidad. Y también sabemos que todo tiene un contexto. Que los datos fríos son eso, datos, pero no bastan para condenar/salvar a alguien. Hay que tratar de reunir toda la información posible por un lado, y por el otro, quizás el más importante, escuchar lo que nos dice el cuerpo.

Y para reunir la información, aplicar el principio de la Navaja de Occam, puede ser una buena ayuda. Este razonamiento se basa en la premisa, muy simple, de que en igualdad de condiciones, la solución más sencilla es probablemente la correcta.

Lo que aplicado al caso, podría ser algo así como "se dió la oportunidad, tenía ganas y lo hice". Y ya. Ni me emborraché y no sabía lo que hacía... Te juro que si te hubiera tenido a la mano no hubiera ocurrido pero hacía tanto tiempo que no nos veíamos que... Si tú no me hubieras llamado gorda, yo no hubiera necesitado sentirme deseada con otro... . Excusas. Justificaciones bobas. Chantajes emocionales. Nada, nada, no os dejeis engañar (salvo que querais conscientemente, claro). La verdad es mucho más sencilla, simple y tonta que los rollos que algunos meten para salir del mal trago. Tuvo la oportunidad, tenía ganas y lo hizo. No le demos más vueltas.

La Navaja de Occam tiene razón en una mayoría de veces que hay que tener en cuenta antes de prestar oídos a los cantos de sirénidos compungidos convencidos de la legitimidad de sus actos. Es más fácil que no haya querido contestar el teléfono a creer que se ha quedado encerrada en un ascensor sin cobertura. Es más fácil que se esté consolando con alguien en lo que dura una separación larga por trabajo a que esté poniendo velas a la virgen rezando por un pronto (y célibe) regreso. Es más fácil que esté aprendiendo técnicas amatorias nuevas con esa ejecutiva nueva de la oficina a que haya memorizado de repente el kamasutra, y por eso está tan innovador últimamente.

¿Agarran la onda?. No digo que sea infalible, sólo digo que apliquemos la lógica y el sentido común.

Y luego, señores, hagan lo que quieran con eso. Acepten o a la verga. Sigan o cambien. Lo que quieran.

No se dejen engañar por cualquier charlatán que habla con firmeza porque yo soy de esas y las cuelo del tamaño de la catedral de Burgos.

Quedan advertidos.


La pintura es "Los Amantes" de Rene Magritte

miércoles, 17 de octubre de 2007

disculpen las molestias

Pero ando de vacaciones y no tengo un momento para postear. Está visto que estoy más ocupada en mi tiempo de ocio que en el laboral, que es cuando escribo, a falta de otra ocupación merced a las disposiciones de mi nunca bien ponderado jefe.

Mañana salgo para Asturias a marisquear un poco, que estamos ya en temporada.

Les envío un beso virtual y espérenme, regreso en breve.

viernes, 5 de octubre de 2007

Viernes


En la cabeza tengo...

Preguntas sobre la oposición de aquellos a la implantación de la Ley de Educación para la Cuidadanía. Mí no entender.

Cariño y solidaridad para con la Negra, porque su mundo se va a volver un poco más blanco, y da pena.

Las fotos de muertos del Flaco, con esa extraña y tranquila contemplación.

Una tarde de chicas con mi hermana y Tati, que promete risas, merendola y cariños fraternos.

¿Subirá el precio de los mecheros, ahora que está de moda quemar fotos del Rey?. ¿De verdad es tan grave que algunos griten que no quieren monarquía?. Si son cuatro, hombre. ¿Porqué hacemos tanto escándalo por una tontería?.

Tengo que comprar leche y perejil don-don.

Cena con el único hombre del mundo que me llama reina mora. Y con su novio. Y con su perro. ¿Habrá risotto?.

Ojalá que cuando llegue a casa, el indio vuelva a ponerse por sombrero el barreño azul. Me da mucha risa.

Pero que se lo quite para dormir. Que si no, los besos saben a plástico.

He descubierto que el semanario Alba es más divertido que el Jueves y Muchachada Nui juntos. En los foros se parten de risa, a ver quién dice la barbaridad más gorda. Jo, qué gente más cachonda.

Tengo que llamar a mi jefe.

Voy a tomar un antiácido. Por si acaso.

jueves, 4 de octubre de 2007

Otoños a mí


Parece que el otoño pone a la muchachada tristona y melancólica. Mi hermana, que es casi enfermera y un poco médico de andar por casa, me ha explicado como todos los años cuando llegan las estaciones que alteran los estados anímicos, que el otoño y la primavera son épocas de renovación física (¿¿¿???) y que mogollón de hormonas, serotoninas, neuronas alegres, sangre que sobra y no se cuántas guarrerías más se ponen en movimiento con dos objetivos fundamentales:

a)Renovarte, impulsarte, mejorarte y mucho arte del bueno. Vamos pa´arriba.

b)Morir. En su defecto, deprimirte. Se mueren los que no tienen suficiente "juerza" para afrontar los cambios estos renovadores. Y los que no están tan jodidos, se ponen malísimos y tristes tristes.

Lo que viene siendo una selección natural de las de toda la vida. Yo, que soy muy fan de echar la culpa al tiempo de todos mis males, esta explicación me viene que ni pintada. Lo malo es que no tiene aplicación en mi caso porque yo ni pa´arriba ni pa´bajo. Como siempre, vaya. Asquerosamente estable. Impertérrita ante la caída de la hoja y al incremento de vestuario de las sexo servidoras de mi calle. Bueno, esto último no es del todo cierto, porque el indio llega a casa quejándose que ya no ve las patorras a las chavalas. Pobre. Su dolor es mi dolor, que somos una pareja muy bien avenida.

Tengo tanto sueño y tanto hambre como siempre. Luzco la misma falta de arrugas, el tiempo no hace mella en mí. Por eso como tanto, porque la comida rellena las arrugas y te estira todo, como un liftin pero global y con sustancia.

Supongo que a los sesenta me desplazaré por el mundo rodando. Pero sin arrugas.

Eso sí, duermo envuelta cual momia en el edredón, lo que dificulta seriamente los acercamientos amorosos. Ahí ves al indio tal si fuera arqueólogo, rebuscando entre capas de tela (divinamente estampada, eso sí) el tesoro de mis curvas que son muchas, y a partir de los fríos de la temporada, solo accesibles tras árduos trabajos de "desescombro". La cama parece un yacimiento.

Lo que tiene también el otoño es que apetece menos estar en la calle. Da mucha pereza andar por ahí mojándote los pies. Así que lo que suelo hacer es trasladar mi pereza (que esa no hay manera de sacudírmela) a las casas de los amigos. Menos mal que tengo bastantes y así el menú varía. En unas te dan drogaína, en otras bebercio, en otras comida basura, en otras comida formal, y en las mejores, todo junto. Tú el lunes te pones a llamar, como para saludar, y como son buena gente, sacas una cena, fijo.

Hombre, es que una sabe elegir a sus amigos muy bien.

Por mi parte, he inaugurado la temporada de brunch. Los domingos en chez Tribeca son una festival de colores, sabores y olores de cositas ricas para llegar a la siesta más feliz que una perdiz.

Ya saben, si alguien se quiere apuntar que pida cita, que está la cosa muy cotizada...

miércoles, 3 de octubre de 2007

Momento violencia: los insistidores


Siempre había creído que no es necesario, con algunas personas, en algunas circunstancias, decirlo todo. Que a veces, se puede sobreentender la respuesta que esperamos. Pero parece que no. Parece que en ocasiones, lo que mi silencio significa en mi cabeza (no quiero, no me apetece, no me interesa, no me gusta) el otro lo interpreta como un pendiente a resolver, ergo insiste. Esto me sitúa en una posición violenta que suelo manejar mal, porque no se cómo decirle al otro lo que para mí es obvio sin herir, sin que se sienta menospreciado o lo que sienta cada cual cuando nos niegan algo.

Un clásico de estas situaciones son las primeras citas que nunca (lo sabes, estás segura) se van a repetir. Quedas con alguien: lo ves, lo miras, pésima primera impresión. Esto no va a funcionar, te dices. Pero tu educación te conmina a tomar un café, cuando menos, y tratar de escuchar lo que el otro quiera contarte. Quizás... No, nada que hacer. Así que en cuanto la decencia te lo permite, te despides y camino a casa llamas a alguna de tus amigas para comentar la jugada.

Y empieza el festival. Porque depende de la urgencia (emocional, sexual, del tipo que sea, que hay gente para todo) del sujeto, te llamará más o menos pronto. Una de mis citas más penosas tardó en llamarme diez minutos desde que le dije adios, porque estaba en un atasco y se aburría. ¿Y yo qué culpa tengo?. Pero no lo dices, claro, y le atiendes, correcta. A los quince minutos, volvió a llamarme. Seguía en el atasco y había pensado que si estaba cerca, le comprara una cocacola y se la acercara. Pues estoy en mi casa, rico, y no pienso bajar. Adios, adios. Media hora más tarde, volvió a llamarme. Ya no estaba en el atasco sino en la oficina, y se aburría. Vaya, cuánto lo siento, YO NO. Adios. Adivinen... sí... una hora despues, volvió a la carga.

Momento violencia total. Tuve que decirle, con todas las palabras, que mejor no volviera a llamarme nunca más. Un tipo que es capaz de llamarte el primer día cinco veces en tres horas, a mí me parece un perturbado. Habrá gente que necesite compartir con los demás sus atascos, sus aburrimientos, su recogida de cartas del buzón y si ha cagado hoy. Yo no. Y no creo que aparente otra cosa. Y menos, líbreme san canuto, con alguien a quien no conozco de nada. Pensaría, y con razón, que estoy loca. Y lo estoy, pero cuando se dan cuenta ya somos amigos íntimos y no pueden abandonarme.

Este tipo no me dio tiempo a enviarle un silencio elocuente porque lo precipitó todo en tres horas de acoso telefónico. Pero tuve otra experiencia con un sujeto que se zambulló en silencios elocuentes y tampoco lo pillaba. Misma situación: quedas con alguien que, desde que lo ves, se te ilumina el NO con efectos láser y todo. Tuve la paciencia de acompañarle a devorar tres raciones de churros y dos chocolates (lo juro, es real). Este tipo de actos pertenece a la esfera más íntima y sólo mostrada a tus familiares más cercanos que te miran con compasión. Pero él lo hizo frente a una desconocida a la que pretendía ligarse. Cielo santo. No quiero imaginar cómo pedirá en matrimonio: ¿con un camión de melones?.

El tragachurros me estaba llamando al día siguiente, proponiendo cita. No puedo, contesté educada. ¿Y mañana?, uy, tampoco. ¿Qué tal pasado?, ufff, imposible. ¿La semana que viene?, fatal. Pensé que lo había pillado. Dos días después, llamadita al canto. Lo mismo. No, no puedo. Empieza a combinar los mensajes con las llamadas que yo ya no contesto. Con un tesón admirable, oye. Inasequible al desaliento. Semanas, meses, insistiendo. Y yo sin responderle. Un día, al año yo creo, ya me harté. Estaba con una amiga en casa y ahí estaba él llamando. Le pedí a mi amiga que le dijera que me había ido a México a estudiar los terremotos. O algo así. Y que no iba a volver hasta que cesara la actividad sísmica para siempre. Unos dos millones de años aproximadamente. Pues el tipo aún le pedía mi mail para estar en contacto... ¿con quién, si yo no le contestaba?.

Sólo son dos ejemplos de cinco mil que tengo (no por cinco mil citas, coño) pero que ilustran el malestar que me causa la torpeza ajena en estas situaciones. Si alguien me pide algo (una cita, responder a un mensaje, una dedicatoria en la radio o donde sea, etc.) y doy la callada por respuesta, lo más probable es que no esté interesada en la propuesta recibida. Cuando soy yo la parte petitoria, aplico la regla del tres: lo digo, pido, sugiero, tres veces, a ser posible con semanas de distancia entre unas y otras peticiones. Y si no me responden, entiendo que no quieren y me retiro. Tres veces, no venticinco. Y no, no valen variaciones sobre el mismo tema. Si le pides a alguien una cita, da igual si es para un café, una exposición o ir a follar. Una cita es una cita y un No es un No.

Todo tiene su momento y su lugar. A veces estás y otras no. En ocasiones te apetece y en otras, ni hablar del peluquín. Si estás con tus amigos tomando cañas y recibes un sms de esos que encadenan otros tantos, ya sabeis, ¿me quieres?, ¿Y porqué me quieres? ¿y si estuviera ciega también me querrías?... en fin, de esos, sería de muy mal gusto ponerte a responderlos todos, un desprecio a tus amigos y una forma de decirle a tu interlocutor que puede interrumpir en tu vida cuando se le ponga en el moño. Como cortesía, con decirle al mensajeador que estás ocupado y que en otro momento le atiendes, debiera bastar.

Me he encontrado con tipos que esto les parece un agravio o un desprecio y empiezan a enviar mensajes como locos reclamándote atención, aunque les hayas advertido que no estás disponible. ¿Qué les hace pensar que su necesidad de tí está por encima de la que tú tengas en ese instante?. ¿Creen que por insistir, como niño enrabietado, vas a ceder?, venga, vaaaaaaa, que aunque te quedes ciego te querré... ¿y si se viene mi madre a vivir con nosotros?, ¿Y mi cuñado, el parapléjico?...

En estos casos, de veras, lo mejor es apagar el teléfono. Porque no va a acabar. No mientras el otro quiera. Y hay que pararles los pies a tiempo o acabarás por perder a los amigos, hartos de esperarte, y la cabeza de soportar gilipolleces.

Señores insistidores: desde aquí les pido por favor que se contengan, que no sean brasas, que un silencio no es un sí disfrazado pa´hacerse el interesante, que no siempre viene bien responder o aceptar y el mundo no se va a destruir por ello, que quizás no quiero escuchar siempre lo mismo una y otra vez (por muy gracioso que sea, todo se gasta) y que si no contesto es muy probable que sea porque no me da la gana, y le aseguro que podrá sobrevivir sin mi respuesta. Y si mi silencio o mi negativa se repite por tres veces, ya sabe: a la verga... No me obligue a enviarlo a la reverga, por favor.

La foto es un homenaje a los Insistidores, ha de ser su lema, digo yo.

martes, 2 de octubre de 2007

Lección de estilo


Recuerdo haber comentado en varias ocasiones que la elegancia y el estilo se demuestran a diario en todos los órdenes de la vida. Comprar un traje de algún modisto alabado por el Vogue y meterse dentro con ocasión de una boda, celebración o similar está al alcance de casi cualquier mortal. Levarlo con gracia y naturalidad es algo más complicado pero igualmente accesible a un buen observador un poco hábil.

Lo verdaderamente difícil es SER. Todo el tiempo. Pero no como una impostura, sino como algo inevitable. Uno es porque no puede dejar de ser. Yo prefiero el estilo a la elegancia porque se me hace más flexible y permisivo a los excesos a los que soy tan dada de repente. El estilo es como la prima pequeña de la elegancia. Y yo siempre me he sentido muy cómoda con los segundones, a ser posible, un poco canallas.

Bien, esta intro es para presentaros a mi ídola, Sandra Avila Beltrán, La Reyna del Pacífico. Sandra es una famosa narcotraficante por tradición familiar; emparentada con las más importantes familias del negocio y amante de capos cuya mención provoca úlceras en la DEA. Hace años que sigo los pasos de esta doña, admirada por su biografía de leyenda. Hasta la fecha sólo había tres fotografías conocidas de ella, una de ellas histórica, ya que aparece con uno de los narcos más buscados: el Mayo Zambada.

La cuestión que les quiero compartir no es la biografía de esta mujer, sino la lección de estilo que ofrece cuando es detenida (sí, amigos, ha caido). Sandra Avila es conducida a las dependencias policiales esposada y se permite una luminosa sonrisa mientras camina como gacela, coqueteándole a las cámaras de la prensa como si en lugar de ir a un interrogatorio, fuese a una fiesta en Mónaco.

Tranquila, paciente, desmaquillada pero la mar de digna, atusándose el cabello cual estrella presumida, nuestra heroína (no lo nieguen, ya sienten su poder de seducción sobre ustedes) va respondiendo las preguntas que le hacen en tono severo con una voz mesurada, sin ápice de rencor o enojo. Sin perder los nervios. Es más, Sandra es muy divertida. Pero mucho. Gesticula como niña traviesa cuando la preguntan ciertas cuestiones cuya respuesta le puede comprometer, pero ella lo sabe, lista como lince, y los segundos de duda los salva desplegando todo su encanto.

Sandra tiene estilo, derrocha estilo, y lo sabe. Su comportamiento es impecable, seductor, con esa seguridad y aplomo de los que saben que estén en un palacio o en una cloaca, ellos son estrellas, sin poder evitarlo.

¿Qué puedo decirles?, me tiene subyugada...

Disfrútenla aquí..., aquí...

Y aquí...


Nota: en la foto, Sandra Avila Beltrán, y a la derecha, sujetándose el sombrero, El Mayo Zambada, de reventón.

Nota dos: Aprovechando el tema, qué vivan los novios¡¡

lunes, 1 de octubre de 2007

estoy hasta el moño de...

Pues ya terminó la primera edición de la encuesta que colgué hace, creo, un mes y muchachos, me tienen sorprendida los resultados.

Yo pregunté de qué estabais hartos y propuse cuatro opciones:

- mi pareja: ha obtenido un 14%, con cuatro votos.
- mi jefe: con un 25% a través de siete votos.
- mi madre: un 7% con sólo dos votos.
- mí mismo/a: con un triste 53% y quince votos...

Está clarísimo que las madres no son motivo de queja. Seguro, bola de baquetones, que al menos sois bien agradecidos porque os plancha, os lava y os cocina ricas viandas porque vosotros, inútiles, sois incapaces de arreglároslas solitos. Así que de esta opción se desprende que sois vagos, aprovechados, caraduras pero eso sí, reconoceis la labor de vuestra santa madre no quejándoos.

Con respecto a la opción de la hartura de vuestras parejas, ¿de veras sólo cuatro están hartos?. Bueno, aquí debo quitar un voto porque el indio metió la zarpa y votó contra mí. Luego me sonrió. Luego sonrió más, como forzado ya. Y después me dió muchos besos. ¿Pues no que está harto de mí?. A dormir al balcón, hombre...

La cosa es que me extraña el grado de satisfacción con el contrario, porque luego cuando hablo por teléfono con la mayoría de mis amigos, ponen a caldo a su costilla. Una de dos, o esos no me leen (que ya les vale) o aquí mentimos como descosidos.

En la opción del jefe como motivo de "hasta el moño me tienes" la cosa tiene un color ... real, no?. Que una cuarta parte esté hasta los mismísimos me parece hasta escasillo. Yo, conste no he votado, porque una quiere ser honesta consigo misma (¿con quién sino?) y porque no hay bonus extra para los casos extremos. Los jefes, ya se sabe, son una fuente constante de quejas e improperios, casi siempre merecidos.

Pero lo que me parece alucinante es que un serio y abrumador 53% esté harto de sí mismo. A ver, que me estoy empezando a rallar. ¿Más de la mitad de la gente está a disgusto con su persona? ¿con lo único que no nos va a fallar jamás? ¿con lo único que nos va a abandonar, pedir el divorcio, despedirnos, maltratarnos, mentirnos -bueno, esto a veces, sí-?. Pues qué panorama, señores.

No se qué decir ante eso porque no conozco a quiénes han votado por esta opción, y probablemente, aunque los conociera, yo sólo pudiera aportar ideas estúpidas que no valen para nada. Además, yo tampoco me adoro todo el rato, pero coño, me caigo bastante bien. Vamos, que no tengo más remedio que soportarme, así que procuro tener la fiesta en paz conmigo misma. Y no se qué haría si yo no me gustara.

Cambiar, supongo.

En fin, que voy a poner a otra encuesta, a ver cómo estamos de...

viernes, 28 de septiembre de 2007

Camino errado


Leo asombrada en El Mundo de ayer la siguiente cabecera:
Los obispos critican que el 'cheque bebé' favorezca a las madres solteras
* Martínez Camino, contrario a promover que los niños vengan sin un padre y una madre

(Dejemos a un lado la dificultad de venir al mundo sin un padre y una madre, no me seais picajosos).

Ampliación de la nota aquí.

Mireusté señor Camino:

No tendría suficiente espacio ni en este ni en mil blogs para relacionarle todas mis opiniones, quejas y reproches sobre la institución de la cual usted es miembro y representante: la iglesia católica, en versión española.

Trataré de ceñirme al tema que nos ocupa hoy y me esforzaré por no soltarle ningún improperio (por respeto a mí, principalmente).

Cada quien es libre de opinar lo que le venga en gana del asunto que sea. Afortunadamente, señor Camino, usted tiene la suerte de vivir en un país democrático y en el que existe la libertad de expresión, de culto, de circulación, asociación, de casorio, descasorio, paritorio y de todo (mal que le pese a usted) aunque bien que se beneficia de ello para poder verter, no solo sus opiniones personales sino las oficiales del organismo que usted representa, el cual, permítame informarle, es totalmente prescindible para mí y para un montón más de españoles, que no somos ni seremos nunca católicos.

Pero gracias a la democracia, usted puede desempeñar su tarea libremente. En un régimen, pongamos, estalinista, usted estaría fusilado, señor. Como fusilaron en la dictadura franquista a muchos españoles que pensaban de manera distinta a la impuesta por el régimen y que su institución, la iglesia católica, amparó, alentó y bendijo. Aún estoy esperando, como tantos otros compatriotas, que ustedes, los curas, pidan disculpas por su participación tan tristemente activa en un crimen que duró cuarenta años.

Fíjese, señor Camino, que yo, aún siendo contaria a su ideario, no solo respeto su trabajo y sus ideas, sino que me parece estupendo que existan usted y sus colegas. Y lucharía por defenderlos, si llegara el caso de que fueran represaliados, perseguidos o amenazados porque yo creo en un mundo plural en el que poder elegir con libertad.

Ustedes, señor Camino, son una institución religiosa. Y punto. Esto es, a mi modesto entender, que su trabajo es cuidar de las almas y la moral de sus feligreses. No tiene que cuidar sus bolsillos, ni sus trabajos ni cómo limpian la casa sus adeptos, digo yo. De eso se ocuparán las asistentas, los asesores fiscales y los jefes o el INEM de cada quien. Y he dicho, señor, de sus feligreses. Como decía un amigo mío, "el que tenga cochis, que los ate y el que no, no". Pues yo no soy su cochi, señor Camino. A mí no venga con cuerda pa´atarme, que le saco la katana y le convierto en carpaccio en un pispás. Yo le dejo a usted en paz, que diga sus cositas y se vista como quiera, pero usted déjeme a mí tranquila.

Además de estar de acuerdo con las opiniones del PSOE, IU, ERC, IU-ICV por la lógica aplastante que aplican, añado que las manifestaciones públicas que su representada haga no tienen ninguna relevancia hacia el total del país, ya que ustedes no deberían tener ninguna fuerza en las decisiones políticas y menos económicas del gobierno. Como persona, me parece muy bien que usted opine que no apoya las medidas tomadas para ayudar a las madres solteras, pero no lo admito como declaración institucional, porque no se qué pintan ustedes como iglesia en una cuestión que excede totalmente de sus competencias.

Dígame, señor Camino, quiénes son ustedes para decidir que el aumento de mil euros en el cheque-bebé a las madres solteras es una mala medida porque fomenta el nacimiento de hijos fuera de las normas que marca su iglesia, si yo no pertenezco a ella. Si yo no soy católica y mi vida, mi moral y lo que haga con mi cuerpo, lo decido yo, ¿porqué cree que ustedes tienen derecho a interferir en mis decisiones?. Yo no voy a sus iglesias a administrar sus dineros, ¿qué le hace pensar que tiene derecho a administrar los míos?.

Usted decláreme en pecado mortal, que ese es su trabajo y su ámbito de competencias. Pero no ose tratar de castigarme interviniendo en decisiones gubernamentales porque no me ajusto sus normas: usted tampoco se ajusta a las mías y yo no me meto en sus asuntos.

En lugar de penalizar a las madres solteras (aún ignorando sus circunstancias, qué valor tiene ustedes) ocúpense de sus propios asuntos, y en lo que a mí respecta y me importa, señor, y mucho, en lo que atañe a la transparencia de sus cuentas, que le recuerdo que ustedes se niegan a declarar sus finanzas, cuyo grueso proviene de aportaciones del estado, es decir, de MI DINERO.

Váyase usted con los suyos a rezar un rato y hagan examen de conciencia, a ver dónde se han dejado olvidado lo de la ayuda al prójimo, que están haciendo ustedes exactamanente lo contrario a lo que mandó hacer el director general de su chiringuito, Jesús.

Hombre, ya.

jueves, 27 de septiembre de 2007

Pequeños secretos


Salí ayer de la oficina y fuí a comprar una botella de vino de Toro en una tienda a la que voy sólo por dos motivos y ninguno es por su bodega. El local se llama Licores Picor. Con ese nombre, me tienen asegurada de cliente. Y si encima la dueña parece (he dicho parece) un exprostituta retirada a base de mamadas extra para inflar la hucha, con el cabello teñido de platino y se dirige a mí como "cariño", tal si fuéramos colegas (no, si yo no cobro) pues ustedes comprenderán, me tiene ganado el corazón.

Me presenté en casa pensando que estaría sola y con la idea de tomarme una copa de vino mientras confirmaba si el indio se había marchado o no. Ayer tenía su billete de regreso a México. Ayer podría haberse subido en ese avión y dejar atrás su vida aquí, yo incluidísima. Dependía su decisión de cuestiones laborales que, como viene siendo habitual en nuestra relación, se definen en el último minuto. Este vivir al borde de un abismo constante me ha revelado como una funambulista que ríete tú de Pinito del Oro. Creo que "calma", "tranquilidad", y "ya veremos", son las palabras y términos que más he repetido en el último año.

Y como me tiene muy bien enseñada en ese relativismo optimista y antidramático que él lleva a los extremos, y sobre todo después que el martes nite me soltara, sonriendo:

- Cariño, mañana me voy a México.

Y sabiendo que es capaz, muy capaz, de hacer cualquier cosa inesperada, tomé la única decisión satisfactoria que podía llevar a cabo sin grandes esfuerzos: tomar una copa de vino. O dos. O la botella entera. A solas conmigo misma que es como hay que enfrentarse a ciertas situaciones: a solas y con una copa de vino.

Mi plan era disfrutar el momento. El momento que fuera. Si se había ido, su marcha. Si había decidido quedarse, su permanencia. Pero estaba convencida que fuera como fuese su decisión, no estaría en casa a esas horas.

Como habeis podido deducir, pajarillos, estaba. En el país, en la ciudad y en casa. Así que me chafó el plan de disfrute individual y egoísta. Si se hubiera ido, había decidido celebrar no el hecho de su partida (porque eso me rompe el corazón), sino el inicio de una nueva vida, sin él, una vida nuevecita a estrenar en la que podría volver a reinventarme. Lloraría después. Mucho muchísimo, seguro. Pero ayer no. Ayer era para celebrar lo que fuera que me deparase el destino.

Pero allí estaba, editando fotos como poseído. Se impone improvisación. Subí a saludarle con la botella en la mano. Se la planté delante de la pantalla.

- ¿Celebramos?
- Sí, celebramos... (qué remedio, hijo)

Y como cada vez que hago un plan, salió todo al revés. Ni pude celebrar sola, ni, en la siguiente opción posible -según yo- en su compañía para acabar en la cama retozando, siguiendo el guión que me voy inventado sobre la marcha.

Pues no. En quince minutos llegó Bruno a casa, disfrazado mentalmente de asesor fiscal, para hacerle la declaración del 2006 a mi poblano hermoso, que como podeis imaginar, no es el hombre más ordenado de la tierra. Así ni sola, ni a duo.

Me serví una copa de vino, encendí un cigarro (va por tí, Mondo), salí al balcón y estuve hablando como cuarenta minutos con mi amiga Hidra sobre hombres, los propios, los ajenos, deseos, infidelidades, coartadas y anécdotas.

Cuando Bruno se fue, tras terminar el vino y la reserva de cerveza que teníamos, nos quedamos solos, charlando. Repasamos nuestra relación, hablamos de nuestras carencias, de lo que tenemos y de lo que nunca tendremos, de nuestras debilidades y de lo que nos hace fuertes. Tu honestidad, le dije, es lo que más me gusta de tí. Esta ausencia de mentiras, de falsas esperanzas, de promesas que no se cumplirán que tanto desasosiego causan a otros es la que me permite seguir queriendo estar a su lado. Los secretos que ambos tenemos no alteran el resultado final, son tan pequeños e irrelevantes que no afectan más que en lo anecdótico.

- Querías que celebrásemos juntos que me quedo, ¿verdad?, y no pudo ser.

Pues no, no pudo ser. Pero no porque estuviera Bruno, sino porque estabas tú, cariño.

Pero ese es mi secreto. Pequeño. Irrelevante. Y mío.

Foto del indio.

Malverde, gracias.

martes, 25 de septiembre de 2007

Ya están aquí (y vienen a salvarnos)



Españoles, patriotas;

La amenaza roja se cierne sobre nuestro amado país con más fuerza que nunca. España está en peligro mortal, herida de muerte y sólo podremos salvarla si aunamos fuerzas para expulsar al enemigo ateo, rojo y masón que está consiguiendo desmembrar nuestro territorio por que el tanto sudaron los bienamados reyes católicos con el peligroso invento de las comunidades autónomas y el apoyo a los dialectos y expresiones culturales locales, que están bonitas para los coros y danzas (qué hermosos recuerdos) pero nunca conseguirán que los españoles de bien hablemos catalán ni vascuence (y no como el esquirol de Aznar en su intimidad).

A la balcanización de España se une, tristemente, la profunda crisis de valores que desde que gobiernan los bolcheviques, asola el país convirtiéndolo en feudo de inmorales, maricones, moros, sudacas, madres solteras, divorciados y gentuza que no va a misa, folla con condón, practica un libertinaje salvaje, defienden las bodas homosexuales, leen cualquier cosa sin criterio espiritual, consumen pornografía y exigen que el estado deje de mantener a la santa madre iglesia.

¿Hasta dónde serán capaces de llegar?. No tienen bastante con lo que han conseguido hasta hoy, poniendo en peligro la unidad familiar, la esencia básica de la propia España, que incluso promulgan una ley de la educación para la ciudadanía¡¡¡, ¿Qué ha pasado con la Formación del Espíritu Nacional?.

En un país donde parece que todo lo que suponga un desafío a la moral y a buenas costumbres cristianas se convierte en ley y es celebrado en carnavales absurdos como el Día del Orgullo Gay, donde no se ejercita el deber protector de la censura para salvaguardar las inmaduras e incultas mentes de la plebe y se les permite, así, a su libre albedrío y sin ningún tipo de castigo que se casen y descasen, que convivan en pecado y que mantengan relaciones sexuales como los animales... ¿qué puedo decir, españoles?. España me duele. Y mucho.

Por eso, necesitamos ayuda. Y como en el mundo todavía queda moral, gente cabal, que camina derecho, y como manda la santa madre iglesia, nuestro grito de socorro ha tenido eco. Aquí están. Aquí vienen. Como un ejército de salvación. A poner un granito de arena que devuelva el honor, la moral y la unidad a este país al borde del abismo.

PAN amplía nexos con la derecha de Europa

A partir de este sábado comenzará a operar en Madrid, España, una filial del Partido Acción Nacional

PAN amplía nexos con la derecha de EuropaPAN amplía nexos con la derecha de Europa

Redacción
El Universal

Sábado 09 de junio de 2007

A partir de este sábado comenzará a operar en Madrid, España, una filial del Partido Acción Nacional, desde donde desarrollará y promoverá los principios e ideales de la derecha política.La oficina, que no será una franquicia partidista, llevará el nombre de Europan y planea ser el punto de encuentro y unificación de los partidos europeos de la derecha o del centro reformista, como algunos se definen.
El encargado de inaugurar las instalaciones será el ex canciller mexicano Luis Ernesto Derbez, ahora secretario de Relaciones Internacionales del PAN, y hombre cercano al ex presidente Vicente Fox.
Esto lo hará junto con la ex senadora María Luisa Calderón, hermana del presidente Felipe Calderón. Se prevé que a la ceremonia asista el propio líder panista, Manuel Espino.
Uno de los objetivos del Europan es impulsar, promover y fortalecer un proyecto de derecha en las naciones de Europa y América Latina.
La filial recibe el respaldo y patrocinio de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), e incluso se sabe del Partido Popular de España y de la fundación que encabeza el ex jefe del gobierno español, José María Aznar.

Ya voy a poder dormir más tranquilo, coño. Ahora que puedo escuchar la misa en latín (qué contentos estarán los Tecos*) sólo queda que podamos meter en cintura a todos estos gamberros. Con la ayuda de Dios y del Santo Padre.

Ahí vamos.

* Artículo sobre el Yunque y los Tecos, la ultraderecha en México

sábado, 22 de septiembre de 2007

Siete años de amor


Dice Punset que los humanos estamos diseñados biológicamente para que el amor dure entre siete y nueve años, que es el período de tiempo necesario para sacar adelante a un niño y garantizar (dentro de un margen lógico) su supervivencia.

Estoy de acuerdo con el amable de Punset. A fin de cuentas, somos animales y el instinto de supervivencia forma parte de nuestra naturaleza, como el de reproducción y otros. Distinto es que los desarrollemos, para eso está nuestra voluntad, la cultura, el medio que nos rodea, y mil factores que nos influyen y alteran. Así que el amor no es más que un ardid de la madre naturaleza para asegurarse la implicación de los miembros necesarios en la procreación (inseminaciones artificiales aparte) con el objetivo de perpetuar la especie. Qué chasco, ¿eh?. Y todos creyendo que era algo sublime, tan humano, tan elevado y tan digno de poemitas y pelis ñoñas.

Pues que sepais que cuando enviamos un sms diciendo al otro "te amo, vida mía" no estamos siendo muy distintos del águila culebrera, salvo que el águila no paga facturas de móvil. ¿Quién es más listo ahora?. Somos una panda de pringados, chicos, de veras. El águila, la cigüeña, el oso pardo, no se comen la cabeza pensando si el otro va a llamar o no. Yo no he visto nunca a un delfín preocupado porque la delfina coquetee con otros. Los buhos no valoran la virginidad. Y a las tortugas les vale un pito cuántas parejas sexuales tenga su tortugo.

Aquí, en el planeta tierra, los únicos gilipollas que sufrimos por amor somos nosotros. Y es que si no tuviéramos tanto tiempo libre para pensar, estaríamos mejor. Pero en lugar de estar corriendo detrás de un búfalo, que cansa muchísimo, nos sentamos a escribir cursiladas. En vez de construir nidos ramita a ramita, venga vuelo pa´cá, vuelo pa´llá, nos ponemos a llorar, mirando la luna, pensando en qué estará ocupado nuestro objeto amoroso, ay, suspirando. ¿Me querrá? es una pregunta que seguro no se hacen los monos, porque si su pareja deja de serles útil (he dicho ÚTIL, de eso se trata al final) sin dramas, la cambian por otra que les traiga mejor fruta. Y aquí paz y después gloria, sin antidepresivos ni terapias.

Visto así, no se qué tipo de ventajas tenemos sobre los animales. Somos esclavos de nuestra naturaleza y los seres humanos, me temo, estamos condenados a combinar con mejor o peor fortuna nuestros instintos con toda esa batería de artificios con la que nos hemos ido adornando (y cargando como losas) a lo largo de la "evolución", léase las religiones, las artes, las diferentes culturas, ideologías, corrientes filosóficas, etc.

Y aunque un pato, por ejemplo, no puede (ni quiere, probablemente) interpretar a Mozart, tampoco se enfrenta a los celos, al desamor, a la rutina o al divorcio. ¿Qué es mejor entonces, ser un pato tranquilón y amusical, o ser un humano sensible al arte y doliente potencial?. Pues ni idea. Pero lo que sí se es que no deberíamos olvidar nuestra parte animal y recordar, cuando tras siete años de feliz emparejamiento llegue la crisis, que quizás ha llegado el momento de buscar otra bestia más fuerte y más peluda que nos traiga fruta fresca y también, ¿porqué no?, nos escriba poemas.

Foto de Pierre et Gilles.

martes, 11 de septiembre de 2007

La Famiglia


Resulta, queridos pajarillos, que leyendo el interesante blog de Estrellita Mutante, descubro una entrada que me ha llenado de emoción y esperanzas. La entrada en cuestión es esta. Y vosotros direis, bueno, ¿y qué tiene de particular?, la Mafia, blablabla, es curioso, blablabla, bien escrito, pero, ¿Y qué?.

Ay, almas de cántaro... que yo, aquí la Tribe, que sí, que amo mucho México lindo y querido, que si me siento culichi, y tal, pero no puedo negar mis orígenes. Y es que por mis venas corre sangre siciliana. ¿Cómo se os ha quedado el cuerpo?. Pues sí, como lo leeis. Mi bisabuela Emilia era siciliana, de Trapani. Y era de armas tomar, como os podeis imaginar. Dicen que como era señorita de bien, la enviaron a viajar por Europa, que era una buenísima costumbre de antes. Y un día, paseando en calesa toda fina ella conoció a su marido, mi bisabuelo Gregorio, que era guitarrista, impresor y juerguista a partes iguales. Un habitual del Chicote y del Pasapoga, con su capa de madrileño y su guitarra de luthier se paseaba por la noche madrileña de fiesta en fiesta, tocando.

Cuentan que una noche de jueves salió a tomarse un coctel al Chicote y terminó el sábado en el Olympia de París, dando un concierto. Doña Emilia le esperaba en la residencia familiar con la escopeta de cañones recortados bien engrasada. Y el servicio no paraba de gritar: "¡¡¡Doña Emilia, no se pierda usté, qué van a decir en el extranjero¡¡¡". La escopeta finalmente no llegó a disparar pero las vajillas volaron por el espacio aéreo y el terrestre y los tenedores de plata pugnaban por clavarse cual daga fatal. Mi bisabuelo parece que consiguió calmar a Doña Emilia, no en vano era encantador, un seductor prefesional que rendía a las vicetiples y a las marquesas con gracia y música. Y aquel episodio lo saldaron encargando vajillas nuevas pintadas a mano en China, pues ya se sabe que cuanto más grande es la bronca, más caro es el regalo.

De la familia de Doña Emilia tengo muy pocos datos, así como de ella. Unas cuantas fotos y nada más. Ella tenía un hermano escultor, parece que gozó de cierta fama en su tiempo, y así posa con su baby de artista y su gran lazo en el cuello, su bigotillo afinado en las puntas y su cabello de ondas relamidas. En casa teníamos un par de esculturas suyas colgadas en la chimenea. Y un ángel pequeño muy delicado que, según dicen, adornaba su tumba en el Cementerio de los Artistas de Roma, donde está enterrado.

Y todo esto porque he leído en el blog de Estrellita Mutante que a ella le pagaron un viaje a Sicilia una extraña fundación o algo así para que los sicilianos o sus descendientes pudieran viajar y conocer al menos una vez en su vida, la tierra sagrada de sus ancestros.

Uno de mis apellidos es Scramuzza. Vale que me pilla un poco lejos esto del linaje, pero que es, es. Y oye, si puedo sacarme un viajecito de gratis a buscar a mis primos y tíos trapanienses, pues no voy a decir que no. Y quién sabe si no encuentre allí el sentido de mi vida, que no sé dónde coño se ha metido el muy truhán.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Qué muerte más tonta



¿Saben lo que es el acoso laboral?, ¿eso que en la modernidad en la que vivimos se llama ahora mobbing?.

Yo sí.

Lo sufro en primera persona (y en segunda, y tercera y hasta en plural mayestático) desde hace... bastante. Demasiado. Aunque claro, desde el punto de vista del Terminator, pues nunca es suficiente, digo yo. Y como para la tortura y para la cocina hay que ver qué imaginación tenemos los seres humanos, pues aquí mi Terminator gusta de experimentar conmigo diversas prácticas dañinas. Yo no se si este hombre está escribiendo una tesis o algo y me ha tomado de cobaya, que yo no es que me niegue, pero que me pague, que yo por dinero hago de todo, menos morirme y comer membrillo. Vale, tampoco salto el potro.

Su última ocurrencia ha sido congelarme. Está en ello. Vamos, que si no escribo este post, me quedo tiesa. No escribo para ilustraros, no, escribo por una cuestión de supervivencia. Si me quedo quieta, estoy segura que me empezará a entrar el sueño ese que le da a los exploradores que van a la Antártida y se quedan sentados en mitad del camino porque ya no pueden más y le dicen a Nelson (porque siempre hay un Nelson) que les deje echar una cabezadita. Y Nelson que tiene una prima esquimala y sabe de esto, le dice que no, que se levante, que no sea huevón, que la palma así, a lo tonto, cuando hay un montón de bacalao y cóctel de mariscos esperándoles en el iglú.

Y ahí ves al pobre Nelson que termina cargando con el imbécil que se duerme, porque con la charla que le ha echado, se ha aburrido y se ha hecho una almohada con unos líquenes y se está quedando frito (es un decir, ya quisiera él). El pobre Nelson tiene que llevar a cuestas al imbécil que luce una sonrisilla imbécil con las babas colgando como estalactitas, duras, duras. Porque los perros, viendo el percal, han salido de najas derechitos al iglú. Para que luego digan que los perros son tontos. Los perros esquimales, no, desde luego, eso lo han aprendido despues de muchas generaciones cargando con imbéciles somnolientos. Ahí se van a quedar.

Y ustedes, que son malas personas, dirán: ¿Y porqué no deja Nelson ahí tirado al otro por imbécil?. Pues hombre, por humanidad... no, qué coño, para qué nos vamos a engañar... es que si no regresan todos los expedicionarios vivos y completos al Instituto de Geofísica de Valencia, no les renuevan el contrato. Y no está la cosa como para perder el trabajo.

Pues a lo que iba. Que yo, que no tengo un Nelson a quién ladrarle y por eso me veo obligada a ser super lista y autosuficiente, les escribo a ustedes, con cariño y un frío que se pelan las patatas, a ver si entro en calor y sobrevivo esta media hora que me queda.

Terminator me pone (porque SE que me lo pone a MI, dedicado) el aire acondicionado a tope y se larga a la calle con la mano en la cintura. Se debe partir de risa en el ascensor, mientras acaricia la idea de verme convertida en rollo Frudesa. Y encima, el aire acondicionado de este lugar de sufrimiento, no tiene término medio: a tope o nada. Como doble o nada, pero en frío. A menos 10 grados tipo congelador cuatro estrellas ando yo ahora. Con un jersey de lana de cuello bastante bonito, todo hay que decirlo. Escribiendo para evitar convertirme un cubitos, en una estatua rígida de hielo, frágil, rompible... si es que ya me lo imagino en su cubil, con una bufanda, gorro con orejeras, guantes de lana y anorak de plumas, esperando su gran momento en el que me vuelva dura (¿será este el método?) y se acerque hasta mí con un martillito la mar de mono para hacerme ¡¡clink¡¡ y echar mis orejas a la cocacola. O quitarme una mano y sumergirla en un batido para hacer rico helado. Aplicaciones tengo un montón, que no se diga que yo no valgo.

Tan pronto se larga, me lanzo sobre el pitorro que me devuelve a la vida y lo giro con furia, con rabia, con ganas de dejarlo fijo con superglue a ver si se queda ahí y ya no me tortura con esto más. Coño, que se estruje el magín que este recurso ya le está durando mucho. Vaya una mierda de torturador que tengo.

El problema es cuando regresa. Que yo estoy convencida que tiene un radiador amén de todo el armario de invierno escondido en su despacho, sólo para poder seguir jodiendo agusto, porque esta temperatura polonórtica sólo la soportan los pinguinos y el cargador de Nelson. Pero yo no digo nada. Aguanto estóicamente como un fakir del frío. No pienso darle la satisfacción de rogarle. No, Terminator, no me oirás suplicar. Porque como todo el mundo sabe, demostrar debilidad ante un acosador es atizar las ganas de torturar. Y yo pues soy muy chula, oiga. Y además, el frío afina la piel, y con un poco de suerte, el culo, que buena falta me hace. Aquí se aguanta con un par, hombre, que no se diga, que mi madre es vasca.

Uyyy... qué vahooooo...

Menos mal que ya es hora de comer y hemos sobrevivido, ustedes y yo. Me dispensan, queridos, que voy a poner las manos a cocer.

domingo, 9 de septiembre de 2007

Retrato de familia


Ayer tuve una bonita jornada bucólica-campestre de lo más familiar. Con mi vestidito de guerrilera urbanita me presenté en casa de mi ex-familia política a merendar champán y eclairs de chocolate, a rebozarme por el cesped viendo jugar a los preciosos retoños del novio que más años me ha durado mientras charlaba con su mujer, cotillear con mi ex-suegra, disfrutar de la cara de felicidad de mi ex-suegro por tenernos a todos reunidos en perfecta armonía y participar, en fin, de una reunión oldies-goldies que me devolvió a casa con un par de kilos de más, ligeramente achispada y con el cariño de una familia como seguro contra los infortunios diarios.

Mi vida no tendría sentido sin la participación de todos ellos. No sería yo. No sería la misma. Desde hace unos venticinco años que nuestras historias se entrelazaron, nuestros caminos han ido parejos con sus baches, sus silencios, sus peleas, sus risas... Hemos crecido juntos, hemos aprendido, nos hemos enfadado a muerte, nos hemos querido hasta el delirio, hicimos bandos, los deshicimos, lo compartimos todo y nos lo quitamos todo una y otra vez hasta forjar unos lazos indisolubles, que, como una familia inventada (esa constante en mi vida) acabas aceptando que siempre estarán ahí, que nunca te van a abandonar.

Tanto mi hermana como yo, nos sentimos unidas a ellos por una suerte de cordón umbilical invisible e irrompible. Y aunque alguno de los miembros se aleje, siempre habrá una comida (como buena familia latina) para celebrar que se vuelven a juntar, y se grita, se discute, se dan sonoros besos, se critica, se alaba, se come hasta reventar, se conversa, se recuerda, se ríe y se cabrea uno, porque una comida familiar sin bronca es una cosa insípida, floja, de finolis aburridos y los Arias saben a vida por los cuatro costados.

Uno sale de su casa lleno, pletórico. Con el estómago mimado por el patriarca que pareciera que mide tu grado de simpatía por la cantidad de comida que eres capaz de ingerir y con un ahogo en el estómago por la emoción cuando escuchas "vosotras sois como hijas para nosotros". Con el corazón contento por las atenciones de mamá Arias, siempre tan sensible, amable y empática y de una conversación que nunca quiero acabar (mi suegra favorita, sin duda alguna). Con la mandíbula desencajada de reir por las anécdotas que todos compartimos tras venticinco años de historias. Con la confianza que da tanto cariño y que nos hace exponer nuestros miedos y preocupaciones sin cuidado porque sabemos todos que estamos en buenas manos. Uno sale de su casa queriéndolos más, si cabe.

Y si mi ex-novio ya no es mi ex-novio sino mi hermano y así, con amor fraterno, lo miro jugar con sus hijos, orgullosa de verlo satisfecho, en calma, feliz al fin, con una mujer maravillosa que lo adora y lo entiende como se merece, llevando la vida que desean. Y si mi ex-cuñada ya no es mi ex-cuñada sino mi hermana, y así compartimos confidencias, frivolidades, vinos, tardes de tiendas, cenas de chicas, broncas familiares y planes... pues qué quieren que les diga... que soy una mujer feliz y presumida de tener cerca a esta familia como familia.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Estas joyas sí me gustan




Desde que tengo uso de razón tuve dificultades para encontrar las cosas que me gustaban. A veces, sólo estaban en mi cabeza y me desesperaba buscando en las tiendas algo parecido a lo que había imaginado. Si bien es cierto que España ha cambiado mucho en estos últimos veinte años y la oferta ha aumentado considerablemente, internet facilita la tarea y nos acerca a nuestra propia casa los objetos de deseo.

Como tengo un trabajo en el que me pagan por estar como si fuera un jarrón (no doy palo al agua, muchachos) dedico mis horas laborales a navegar por esos mares cibernéticos y de cuando en cuando, esta ociosa forzosa encuentra auténticas bellezas. Y ya saben que tengo un corazón generoso y me gusta compartir con ustedes mis pequeños descubrimientos, al igual que otros me los comparten a mí.

En esta ocasión les quiero presentar a Nicolás Estrada, un joyero de origen colombiano afincado en Barcelona. Este chico, que además es bastante guapetón, realiza unas piezas muy curiosas inspiradas en juguetes infantiles, usando imágenes religiosas, y con un sentido muy crítico hacia la violencia de su país. De este modo, en sus joyas, a la función estética añade una reflexión (voluntaria, oiga, que aquí solo piensa quien quiera) que me parece muy interesante por el objeto en sí: ¿cuándo han visto ustedes a un joyero filósofo?.

No tengo idea si Nicolás Estrada distribuye su trabajo en Colombia, pero no sería nada extraño que si lo hiciera, tuviera entre sus clientes a los jóvenes sicarios que con una mano disparan contra sus víctimas y con la otra besan, devotos, relicarios de los que bebe Estrada para inspirarse.

Que un rosario combine a la virgen de Guadalupe con un revólver, desde una perspectiva en Cali, Medellín o Bogotá, se me hace un objeto de deseo que aúna en perfecta armonía los símbolos que alimentan el cuerpo y el espíritu de esos cuasi adolescentes destinado a morir antes de tiempo.

Ese mismo objeto, desde una perspectiva europea, es una irónica y negra metáfora de una realidad terrible en la que viven millones de personas, pero en forma de adorno que nos colgamos al cuello para ir a bailar en los clubs de moda mientras lo exhibimos como gadget de culto.

Yo soy de estas, lo reconozco. Soy una gilipollas que se queda fascinada ante un collar de revólveres y anhela verlo colgado de su largo cuello. Y que comprende la ironía, y que es consciente de la realidad y todo eso, pero desea tener un rosario con su virgen y sus ametralladoras de juguete bañadas en oro.

Nicolás Estrada ha sido mi descubrimiento en un área, la joyería, que me parece anquilosado, transnochado y aburridísimo. Su obra me abre el apetito por materiales como el oro que siempre habían estado asociados en mi imaginario con el look marbellí y las joyerías de barrio obrero (aborrezco el oro salvo en los pendientes de las gitanas, los collares de las peruanas que tan bien copia Dior y alguna cosita de Pomellato). Hace falta un poco de aire fresco, de transgresión, de imaginación y atrevimiento para llegar a un mercado de gente que, como yo, no usamos joyas por no encontrar nada que nos agrade.

Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Cuenca, si hay alguien en la sala que esté interesado en contratarme como blogger para que escriba lindezas de sus productos o de cualquier otra cosa, que se comunique con su servidora para que le fije, limpie y de esplendor a lo que sea menester. Y todo, sin que interfiera con mi no-trabajo, oiga. Una ganga.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Estrenando casa

Vengo de aquí.. http://blogs.ya.com/tribeca

Acabo de llegar, aún ni se cómo manejarme por aquí pero espero que en breve ya lo tenga todo en orden y bien bonito...

De momento, bienvenidos todos.