martes, 2 de octubre de 2007

Lección de estilo


Recuerdo haber comentado en varias ocasiones que la elegancia y el estilo se demuestran a diario en todos los órdenes de la vida. Comprar un traje de algún modisto alabado por el Vogue y meterse dentro con ocasión de una boda, celebración o similar está al alcance de casi cualquier mortal. Levarlo con gracia y naturalidad es algo más complicado pero igualmente accesible a un buen observador un poco hábil.

Lo verdaderamente difícil es SER. Todo el tiempo. Pero no como una impostura, sino como algo inevitable. Uno es porque no puede dejar de ser. Yo prefiero el estilo a la elegancia porque se me hace más flexible y permisivo a los excesos a los que soy tan dada de repente. El estilo es como la prima pequeña de la elegancia. Y yo siempre me he sentido muy cómoda con los segundones, a ser posible, un poco canallas.

Bien, esta intro es para presentaros a mi ídola, Sandra Avila Beltrán, La Reyna del Pacífico. Sandra es una famosa narcotraficante por tradición familiar; emparentada con las más importantes familias del negocio y amante de capos cuya mención provoca úlceras en la DEA. Hace años que sigo los pasos de esta doña, admirada por su biografía de leyenda. Hasta la fecha sólo había tres fotografías conocidas de ella, una de ellas histórica, ya que aparece con uno de los narcos más buscados: el Mayo Zambada.

La cuestión que les quiero compartir no es la biografía de esta mujer, sino la lección de estilo que ofrece cuando es detenida (sí, amigos, ha caido). Sandra Avila es conducida a las dependencias policiales esposada y se permite una luminosa sonrisa mientras camina como gacela, coqueteándole a las cámaras de la prensa como si en lugar de ir a un interrogatorio, fuese a una fiesta en Mónaco.

Tranquila, paciente, desmaquillada pero la mar de digna, atusándose el cabello cual estrella presumida, nuestra heroína (no lo nieguen, ya sienten su poder de seducción sobre ustedes) va respondiendo las preguntas que le hacen en tono severo con una voz mesurada, sin ápice de rencor o enojo. Sin perder los nervios. Es más, Sandra es muy divertida. Pero mucho. Gesticula como niña traviesa cuando la preguntan ciertas cuestiones cuya respuesta le puede comprometer, pero ella lo sabe, lista como lince, y los segundos de duda los salva desplegando todo su encanto.

Sandra tiene estilo, derrocha estilo, y lo sabe. Su comportamiento es impecable, seductor, con esa seguridad y aplomo de los que saben que estén en un palacio o en una cloaca, ellos son estrellas, sin poder evitarlo.

¿Qué puedo decirles?, me tiene subyugada...

Disfrútenla aquí..., aquí...

Y aquí...


Nota: en la foto, Sandra Avila Beltrán, y a la derecha, sujetándose el sombrero, El Mayo Zambada, de reventón.

Nota dos: Aprovechando el tema, qué vivan los novios¡¡