miércoles, 9 de enero de 2008

La receta imposible


Para esta receta especial picapleitos necesitaremos los siguientes ingredientes:

- Un hombre (usted mismo, por ejemplo)con pocos escrúpulos, mucho encanto, ni pizca de respeto, buenas dosis de labia seductora, experiencia demostrada en falsear la realidad y moral subterránea.
- Una esposa a diez mil kilómetros de distancia, modelo "ojos que no ven", con tendencia a la ceguera voluntaria, bolsillo saneado y tragaderas tamaño túnel.
- Amantes varias: una joven yucateca aventurera pero demasiado lista como para querer cargar con él, una española tipo gallinácea solitaria y muy urgida que espera paciente su momento pegada al teléfono, visitas ocasionales de allende los mares y lo que le pilla de camino. Todo aderezado de mucho silencio cómplice y muchos amigos que dan cobertura.
- Una pendeja kit completo (casa propia, trabajo estable, bien enamorada y muy confiada).

Colóquese a la pendeja en una bandeja de plata bien untada de amor y cariños. Salpimente con ausencias bien administradas y presencias de perfecta convivencia. Reparta muchos besos dulces por los bordes de la bandeja. Palabras de amor en los contornos de la pendeja. Y una venda en los ojos.

Sitúe a la esposa de pié junto a la cabeza de la pendeja, haciendo sombra constante, pero sin ruido. Úntele un poco de amor a la esposa pa´que no se nos seque y pueda continuar resolviendo necesidades del hombre cuando se vayan presentando. Es opcional la colocación de los hijos como figuritas ornamentales.

Cerciórese que el unte de amor de la pendeja la mantiene bien ablandada y pida favores para comprobar la efectividad del ungüento. No sea tímido, pida y pida para conocer el límite. Pero cuídese de no excederse para no cortar la mezcla y echar a perder la receta.

Tome a la amante española gallinácea y colóquele una mordaza para que no cacareé, engrásela un poco cada cuando sea posible y escóndala del campo de visión de la pendeja tras unas cuantas mentiras y excusas.

Asímismo, concédase un tiempo de vacaciones y váyase con la yucateca a soñar con "otra bandeja es posible". Lance desde la distancia, de vez en cuando, una pelota de unte de amor a la pendeja no se nos resienta y se levante a buscarle. No olvide aliñar con palabras de amor. Termine sus vacaciones y regrese a ver cómo va cociendo la pendeja. Pínchela un poco con ausencias dilatadas para comprobar nuevamente la blandura, siga pidiendo favores de toda índole.

No pierda de vista a la gallinácea y relájese de tanta tensión con visitas y encuentros casuales.

No tenga reparo en utilizar a sus amigos para poder mantener bien engrasado todo el circo: la esposa, las amantes, la pendeja. Si tiene usted que pedir dinero, alojamiento, excusas justificatorias o ha de mentirles para que todo siga en su punto justo de cocción, hágalo sin reparos: aquí lo importante es el guiso y no lo que tengamos que hacer para conseguirlo. Sea profesional y no se detenga por sentimentalismos que le echarían a perder el suculento plato. Sus amigos están para servirle.

Atienda a todos los ingredientes a la vez con la debida diligencia. Tenga cuidado que a la pendeja se le está cayendo la venda de los ojos. Ojo con la esposa que se está cruzando el charco con los elementos decorativos a cuestas. Cuidado con la gallinácea que se pone demandante. Que se le quema la yucateca. Ay, que se nos aparecen eventuales y no tiene usted manos para todo...

Vaya por dios¡¡¡ la pendeja se sacudió el unguento de amor y besos, y encontró la verdad tras las mentiras. Se le fué con la bandeja de plata a otra parte... Si es que... se lo advertí, hombre, era una receta imposible.

Ande, corra a la casa de socorro antes de que le pille la picadora... vamos... corra¡¡¡