lunes, 9 de febrero de 2009

he vuelto

Cada vez que hago vida social, me cae la del pulpo, y la verdad es que ya me he cansado de que mis amigos me echen la bronca en versión nacional, internacional y con subtítulos. NO he dejado el blog, leñe. Aquí estoy. Digamos que me tomé unas vacaciones, les parece?.

Si ustedes son mis amigos (íntimos), pues ya saben el porqué. Y si no son tan íntimos, ahora mismo se van a enterar de la GRAN NOTICIA:


"Eso" que está bailando mientras sonríe feliz, es mi hija Lola. Tiene cinco meses, vive calentita en mi barriga y pega unas patadas que a su padre le hacen mucha gracia y a mí, cero. Toma, que la tenga él en su tripa bailando pogo, no te digo...

Sí, amigos, Tribeca está embarazada y va a ser madre de una "enfant terrible", ni lo duden. Decirlo a los colegas, de veras, ha sido un trago. Todavía se andan riendo y me dan consejos como que nazca en Culiacán para que se salve, pobrecita, que la ponga auriculares con los Tigres del Norte pa´que se vaya acostumbrando o que use pintura sin plomo para lacar el cuernito de chivo tamaño infantil no sea que se nos envenene la plebe.

Y todos se han dado cuenta tan pronto me han oido pedir la cerveza sin alcohol. No ha habido pierde. No puede haber ningún motivo en el mundo por el cual Tribeca beba cerveza sin alcohol salvo que quiera castigar al mundo con un vástago digno de ella. El escarnio, queridos lectores, se ha cebado en mí. Parece que los que se dicen mis amigos, les cuesta imaginarme sin trasnochar, sin alcoholizarme, sin fumar... y les da una risa floja pensarme arrullando a una dulce bebé.

La vida es extraña, queridos. Hace nada yo era una inconsciente feliz junto al mandarín preocupada únicamente por elegir un restaurante para cenar, el destino de nuestro próximo viaje o dónde vamos a colgar el último montaje fotográfico de mi amorcito. Bebía ricos vinos y heladas cervezas. Fumaba con pasión. Y ahora, arrugo la nariz si alguien fuma a mi lado, analizo detenidamente todos los carros de bebé que me cruzo por la calle y compro vestiditos rosas compulsivamente. La industria del vicio me echa de menos, me han escrito de varias tabaqueras y bodegas pidiendo mi regreso.

Pero Lola me recuerda que debo velar por su salud a costa de patadas. Qué rica, la nena.

El mandarín, por su parte, va todo presumido mostrándole a todo el mundo las ecografías de su hija y se está revelando como todo un padrazo (y marido) responsable, sensato, equilibrado y generoso. Exactamente todo lo que a mí me falta. Hasta ha abierto una cartilla a la nena, para que tenga un buen futuro. Algo como esto:


¿Les gusta?, pues colaboren, coño...