lunes, 23 de febrero de 2009

Educando a Lola



Mi barriga de seis-meses-embarazo-on causa pequeños estragos en la que un día fue mi vida social. Toda cita que que me convoque a partir de las nueve de la noche se convierte en una ascesión a pulmón libre al Himalaya. Yo, que no me subo ni a la escalera a cambiar una bombilla. Malo, malo, amiguitos.

Y es que de veras, es muy duro quedar con tus colegas de farra en bares donde antes te entregabas con pasión desbocada al fumeque y al bebeque (y sin peso adicional, que todo cuenta)y ahora te ves asfixiándote por humos ajenos, malolientes, fétidos, pero sobre todo AJENOS, sintiendo leve deje de verguenza cuando te escuchas pedir: "yo, una sin alcohol" mientras adviertes la sonrisilla condescendiente de tus acompañantes y colocando la panza de lado para llegar bien a la barra.

Es duro. Soy una incomprendida. Nadie me quiere. Todo el mundo está en contra mía. Jo, qué malos son los demás con lo guapa, buena y nosequemás soy yo.

Vale, no empecemos con la autocompasión, que me duermo. Pero es duro ser madre y algún día mi hija Lola me tendrá que llevar de juerga para resarcirme de tantos sacrificios, leñe.

A lo que íbamos: el sábado fue uno de esos días en los que te tomas dos cocacolas para estar despierta y poder "trasnochar". Qué exceso, oigan. Dos cocacolas y dos cigarros que me fumé. Me sentía como una yonqui al borde de la sobredosis. Estás haciendo algo maaaaaaaalooooo... me decía la voz de mi conciencia. Puto pepito grillo, o te callas o saco la R-15 y te hago un ombligo nuevo. Qué asco de responsabilidad, oyes.

Y es que el sábado tocaron los HOKO en la viejuna y resistente sala Silikona y esta que les quiere no se lo podía perder porque el Mandarín, amordemisamores y Lolapadre, es el bajista de la banda. A mí me molaron mucho, pese a que el cantante se olvidó de casi todas las letras y se las inventó (pero esto es punto a favor). Una hora de concierto en que familia y amigos les arropamos cariñosamente y en la que el Mandarín brilló como estrella del "flippin´with the life" con sus bailecitos esquiva-micros y su bajo maravilloso. Y no es amor de esposa, pero es que lo vale.

La cocacola caducó a eso de la una y media, hora de recogida para mi hermana postiza y para mí dejando allí al mandarín regalando sonrisas y saltitos.

Fue una buena noche en la que además se perfiló nuestro próximo viaje: Dindondin... pasajeros con destino a la exposición de Murakami en el Guggenheim vayan haciendo las maletas, que salimos el viernes¡¡¡

Es una buena manera de iniciar a la peque en el manga, no?, sobre todo, si luego hay pintxos... se admiten recomendaciones de lugares de tapeo e invitaciones a lo que sea, que no somos remilgados. Estírense, queridos...