martes, 2 de noviembre de 2010

recaudemos como sea


Esta mañana he ido a dejar a mi Lola en la guardería, como cada día, buscando maletines olvidados por la calle repletos de euros procedentes del blanqueo de capitales o de la financiación ilegal de los de las gaviotas, a ver si salgo de pobre y no tengo que entregar a los brazos de la monjacuervo a mi retoño sin cristianizar (aún y por muchos años).

Cuando hacíamos el trasvase de manos, me suelta la monja:

- Hay que pagar esta semana 30 euros.
- 30 euros?, pregunto yo, porqué?

Si me dice que porque se lo ha pedido dios, la arreo.

- Por los libros... dice suavemente mientras desvía la mirada hacia otros niños.
- Oiga, cómo que "por los libros"? ¿qué libros?, si mi hija tiene 16 meses¡¡ no sabe leer¡¡

Aquí la monja pone el modo on "que soy india y no me entero" y repite con su voz suave:

- Pues por las fichas, los libros y las fichas que usan...

Miren ustedes, he decidido no seguir indagando. Acepto el pago, qué le vamos a hacer. Cuando una tiene un bebé que en cuanto te das la vuelta se come una caja de tornillos (y los tritura concienzudamente y pide "mah, mamá"), hay cosas es que mejor no preguntar o te enfrentas a la respuesta que seguramente merezco, que debía ser algo como:

- Pues porque su hija se ha comido todos los libros de preescolar de esta planta y de la de abajo, los cuentos de disney (aquí hay que aplaudirla el buen gusto) y no ha dejado Pocoyo con cabeza. Su hija, señora, es una cabra montesa.

Prefiero pensar que esta es la verdadera razón y no que el afán recaudatorio del clero les lleva a estos extremos, porque mañana me veo pagando los condones en concepto de óbolo navideño. Ah, no que éstas no gastan.. pues las hostias.

Aunque esas se las daba yo gratis.