lunes, 29 de noviembre de 2010

Crianza con apego: what a fuck???

Queridos pececillos;

Probablemente a todas las mujeres que hemos sido madres (o lo van a ser en un futuro próximo) y que tengan un mímino de curiosidad y ocio para perder en la blogosfera y/o foros de maternidad, les ha tocado en suerte toparse con esta corriente que levanta pasiones tanto a favor como en contra que se hace llamar "crianza con apego".

Será que soy una madre desnaturalizada, oigan, pero a mí estas modas me parecen una soberana chorrada.

Soy una mujer trabajadora a jornada completa que no puede permitirse el lujo de pedir una mísera reducción de jornada porque no llego a fin de mes, no digamos ya una excedencia.

Me parece genial que algunas señoras decidan aparcar su vida laboral y se dediquen a criar. Yo no puedo. Pero es que tampoco lo quiero, ya ven, lo que les digo: una madre desnaturalizada.

Me tiré seis meses de baja maternal dedicados en exclusiva a mi Lola, practicando una muy feliz lactancia natural, cambiando pañales y durmiendo con ella muuuchas noches. Lo disfruté mucho, de veras.

Pero también me gustó regresar a mi trabajo y dejarme de sentir una ama de casa que espera a que regrese su marido con el plato caliente sobre la mesa y la casa límpia. Hubo momentos en los que sentía que los días eran iguales, que yo estaba fuera del mundo flotando en un planeta que olía a leche y loción de bebé, alejada del trepidante ritmo al que viajaban los demás: suspendida en un limbo alienante y monótono.

Me aferraba a los informativos como si fuera el único cordón umbilical con el mundo de ahí fuera en el que los demás estaban y yo no.

Regresé a mi trabajo, como digo, y me gustó. Pero la Lola se despertaba cada cuatro horas pidiendo leche. Por más que le explicaba yo que ahora mamá debía descansar para poder ir a trabajar más o menos despejada, ella a lo suyo y berreaba y berreaba hasta que la daba su dosis acostumbrada.

Tras un mes de incorporación laboral y noches sin fin, quería yo morir, que la Lola heredara todos mis bienes (y deudas) y se comprara una central lechera para ella sola.

Estaba tan mal que una amiga se apiadó de mí (Gracias, Cris) y me habló del método Estivil. Sí, ese método cruel y desalmado según las acólitas de la crianza con apego, ese. Pues mano de santo. La Lola el tercer día dormía doce horas (doce¡¡, ustedes imaginan?) seguidas. Pensé que se había muerto. Pero no, ahí seguía la tía, roncando a pata suelta, como una bendita.

Me salvó la vida. Literal. A mí y al Mandarín y a todos los vecinos que tan pacientemente nos han soportado.

No practicamos colecho, salvo que esté enferma. Ella tiene su cuna, nosotros nuestra cama y las arañas, las grietas de la pared. Cada quien en su lugar.

Conozco una pareja que desde que tuvieron a su nena, él duerme en el sofá para dejar su sitio a su bebé, que duerme con la madre. ¿Les parece normal esto?. ¿Es sano que un niño de casi tres años duerma con la madre mientras ha de hacerlo el padre en el sofá, sin que el pobre se haya gastado los ahorros en un bingo o haya traído una esposa rusa?. Ustedes dirán...

La crianza con apego mantiene que es de vital importancia para la supervivencia del niño que sea capaz de comunicar sus necesidades a los adultos y que estas sean atendidas sin demora.

Pues mire usté, tampoco estoy de acuerdo. Sobre todo, en el "sin demora". Cuando la Lola, como hoy, quiere "cuatrosinco" que quiere decir subir y bajar la escalera tropecientas veces, se tiene que conformar con una y da gracias. Porque mamá tiene que hacer la comida y marcharse a trabajar de nuevo y no puedo estar cuatrosinco dos horas que no tengo.

Frustración, querida Lola, esto se llama frustración. Bienvenida a la vida, pequeña. Yo no tengo un ático con terraza y cuatro habitaciones y tú no tienes cuatrosinco. Así son las cosas y todos lidiamos con ello.

Me parece que nos estamos volviendo un poco locos con tanta norma, tanta moda y tanto panfleto... seguiré otro día, que esto da para mucho.