martes, 11 de enero de 2011

post plañidero (a ver si sólo se va a quejar los demás)

Aquí, una servidora que suele ir con retraso para casi todo, no ha tenido tiempo de escribir su carta a los Reyes por estar ocupada en los menesteres navideños, compromisos familiares, atenciones médicas variadas y un ratico para dormir.

En el último mes, el Mandarín y yo, hemos hecho malabares para conjugar trabajo, vacaciones de los niños (el suyo y la nuestra, uséase, dos churumbeles ociosos), cumplir con las citas tradicionales, un muela con flemón, un "ratavirus" que ha atacado a:

- Tribemadre
- Tribehermana
- Tribehija
- Tribehermano de tribehija

A lo que hay que añadir el exceso de compras, exceso de cocinar, excesos al ingerir, cambio de asistenta y adiestramiento (que tiene lo suyo) y las peleas habituales en estas fechas por parte de mi familia, cada año "in crescendo" y con las consabidas amenazas de "como esto siga así, emigro al cono sur y no me volveis a ver el pelo".

Hemos ido tanto al médico que las figuritas del Belén del centro de salud nos saludaban por nuestro nombre. Hubo un día que llegando de la oficina a la hora de comer, había tal panorama que agarramos a los niños y derechitos al centro de salud: uno con unas anginas como balones de reglamento, la otra con una diarrea que parecía una riada, el padre con las muelas al Jerez y la cara desencajada de dolor. Y mientras salíamos por la puerta, que a mi suegra le da por hacernos una visita sorpresa y se tropieza en el portal y se hizo un chichón tamaño "conmoción cerebral, fijo". Otra que se vino de tourneé al dispensario.

No hemos tenido un día de paz en el último mes. Es muy difícil llegar a todas partes y contentar a todo el mundo. Es muy difícil.

Tanto el Mandarín como yo hemos andado de la ceca a la meca todo el santo día sin que hayamos tenido un momento para nosotros mismos. Qué esperanzas tomar un café a solas con un amigo.Y el Mandarín, ahí, al cien por cien, poniendo calma y cordura. Es un santo, el tío.

Por eso, cuando me dicen en mi familia que soy egoista, que sólo pienso en mí y que no me ocupo de los demás, que voy a mi rollo y paso de todo lo que no sea yo misma, se me enciende el piloto rojo-ira y me dan ganas de sacar a pasear la espada muerteydestrucción.

Pero no lo hago porque soy una pringada y en cambio, aguanto la lluvia de insultos e improperios y me echo a llorar como una magdalena. Soy así de gilipollas.

Por eso, este año a los Reyes lo primero que les voy a pedir es salud, para que podamos disfrutar sin tener dietas especiales, sin tener que comprar acciones a ninguna farmaceútica, sin tener que pasarnos la vida de un médico a otro, sin tener que pedir favores que luego cobran a precio de lágrima, sin tener que estar escuchando una y otra vez lo mal que lo haces porque tu hija se enferma (como toooooodos los niños en su primer año de guardería) y tú no lo remedias.

Lo segundo que voy a pedir es que el enorme, inmenso y no bien valorado tiempo libre del que disponen mis opinadores negativos se reduzca considerablemente. Dejo a los Reyes Magos la potestad de elegir en qué pueden ocupar su tiempo pero apunto ideas:

- Un novio para cada quién.
- Colaboraciones en ong´s. Capacidad de entrega no falta, y de paso, aprendemos a relativizar nuestros problemas que no son ni tan gordos ni tan graves como creemos a veces.
- Trabajo extra por horas remunerado. Mano de santo para no tener ganas de discutir por puro cansancio, oiga.
- Estudiar. Lo que sea. Macramé, biología marina, cocina bengalí. Hay un mundo de saber ahí fuera y alguien se lo está perdiendo. Y lo que entretiene.
- Iniciar una carrera delictiva. Esto llena mucho, porque entre que aprendes a superar tus barreras morales y huyes de la poli, se te va el tiempo que no veas.
- Adoptar un niño. Así cuando vaya a la guardería y se enferme, tendré mi momento de "¿y ahora qué?". De paso, podemos reciclar medicamentos juntos.

Y mi tercer deseo, queridos Reyes Magos, es el egoísta. Para mí, para mí solita.

Quisiera poder tomarme un café, a la hora que la gente normal toma sus cafeses, con algún amigo. En paz. Sin llamadas sobresaltándome, regañándome, inquiriéndome, cuestionándome, insultándome. En paz. Sabiendo que todo está bien, en orden y tranquilo y que los demás lo sepan también (y se lo crean, que esta es otra).

En paz.

Qué agusto me he quedado.